sábado, 24 de diciembre de 2011

Viaje nocturno al séptimo cielo (Washington Irving )


Al llegar al tercer cielo, entraron con el mismo ceremonial. Estaba todo él cuajado de piedras preciosas, demasiado brillantes para los ojos humanos. Había un ángel sentado, de inmensa altura, cuyos ojos estaban separados por una distancia equivalente al recorrido de un viaje de setenta mil días. Tenía a sus órdenes cien mil batallones de hombres armados.

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